Esta fábula la encontré entre unos recortes de periódicos
viejos, es del lunes 27/01/2003 (casualmente para la fecha de hoy hace nueve
años, que increíble). No sé de dónde salió igual su autor firmante era Wilfredo
Machado
A mí me gustó. Espero les agrade también.
Mientras encajaba una afilada escarpia en una cuaderna mal
sujeta al Arca, Noé vio llevar a un dragón arrastrándose sobre las arenas del
desierto. Era diez veces más grande que un caballo y tenía el cuerpo cubierto
de escamas que resplandecían bajo la luz del atardecer. Noé observó con
admiración y miedo. De sus fauces salía una columna de humo blanco que ascendía
bajo los últimos rayos de luz. Los ojos del dragón permanecían inmóviles, con
la mirada extraviada en el desierto. Notó que los ojos tenían la blancura
lechosa de la muerte y comprendió al mismo tiempo el largo y penoso camino de
la ceguera.
Entonces el dragón habló:
- He atravesado la mitad de la tierra para conocerte, pues tu
fama se ha extendido por todo el mundo. He visitado los oráculos y las sibilas;
he conocido los mapas astrales; las teratologías, las rutas del sueño y el
olvido, para llegar hasta ti, el más pequeño e insignificante de los hombres
que pueblan la tierra. En lejanos países que nunca conocerás hay hombres como
tú, sueñan con el día de la muerte. Sirenas con cabezas de pez y cuerpo de
doncellas, animales que hablan Dios, vísceras donde leer el futuro como un
libro abierto, sabios que han visto tu viaje el brillo del Sirio, constelación
de lobos en celo aullándole a la noche. Aún es tiempo de romper los designios
divinos y dejar que parezca la raza de los hombres y las bestias.
- Tú también morirás – Le respondió Noé.
- Otra vez te equivocas como el más iluso de los mortales. No
puedes matar lo que no existe.
Noé pasó su mano por el rostro lleno de sudor buscando en la
escasa luz una respuesta; cuando la bajó estaba solo frente a la mancha roja
del desierto. El dragón había desaparecido con la noche. El viento borraba las
huellas en la arena. Noé vio la sombre que se perdía detrás de las dunas cuando
comenzaban a brillar las primeras estrellas.