lunes, 5 de septiembre de 2011

Huele a mango



-          Nok, nok…
-          ¿si buenas? (Eso es lo primero que escucho cuando mi mente se dispone a hablar conmigo…)

   ¡Caso opuesto a cuando yo no quiero hablar conmigo misma! Le
huyo, me escondo entre las palabras de gente, los sonidos de la calle, la MÚSICA, la lectura (aunque esta última a veces me traiciona y me pone en línea directa y sin llamada por cobrar…), la televisión también es traicionera en ocasiones, b
ueno el caso es que esos momentos en  los que estoy dentro de mí misma son enteramente extraños... Así de repente queda inerte, fija y ahí comienza: empiezan a sonar muchas voces, unas cantan, otras gritan, unas tantas discuten con otras… ¿sobre qué? Bueno algún hecho reciente, un problema social, un futuro cercano o lejano, algún sentimiento sin resolver…

   Se ven colores que se van moviendo y combinando a medida que en otro rincón suena la música… Crece la somnolencia a medida que brillan más las estrellas y van cambiando de forma ¡Pura psicodelia!, los recuerdos no se escapan, ¡regresan!, corren sin control, brincan hacia la pared donde se proyectan, en ese momento, empieza a aumentar la sangre en las venas, ¡fluye rápido y caliente!, la respiración va aumentando, la velocidad 80km y una voz se desespera y solo ansia con sed sentir el estallido del cristal transparente, puro y limpio, en el concreto vertical. Los puños se estremecen por tomar con todas sus fuerzas ese cuerpo delicado y frágil, solo para despedazarlo tal cual carnívoro…Y mientras el festín de sangre se avecina. Pepe Grillo alegremente canta una canción alegre y muy pop de alguien muy pop y alegre tratando de calmar la rebelión de los demonios. Las imágenes intermitentes de una línea derriban a pepe hasta que se calla y corre a un rincón autistamente… Los flashes de esa línea,  esa línea azul se intercambian con la gradería, la línea sigue recta y al infinito y la gradería se convierte en un pódium de premiación, vacío, sin puntuación, sin ganador ni perdedor, solo un perdido, un perdido entre conductores que al aumentar la velocidad se distinguen menos y se hacen manchas.

   Ya la velocidad raya en 120 km y los colores solo son luces, se siente frió y presión, y la adrenalina provoca una reacción insólita… una pequeña y miserable sonrisa malévola y siniestra, que añora un sutil toque para ver todo dar vueltas.
Y la velocidad aumenta 150 km, 160 km la música me acompaña ¿y qué más puede faltar?, de nuevo los flashes y de nuevo los cuerpos moldeados, bronceados, perfectos, de nuevo el morbo y lo imposible de no mirarlos… sea lo que sea se ven perfectos espaldas, piernas, brazos, abdomen y rostro, todo en armonía…


   - ¡Huele a mango!   - ¿Y de dónde?   -Ummm si tal vez por ese pasillo o en esa puerta…
   - ¡Si, si, ahí es! Mango y hay melocotones también, que divertido creo que la velocidad ya va en 180km…
   
   Se siente una sacudida y en la supuesta realidad a lo lejos se oye… "¿Qué tiene? ¿Tiene sueño? Ummm ¿Qué tanto mira?..." Y es el alterego de mi Pepe Grillo, un tal Jorge Andrés, diciendo: "¡garigom se quedó ida!" y yo le digo: solo, estaba soñando despierta…

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